El momento que supe que estaba perdiendo a mi bebé
Puedo recordar tan claramente el dĂa que supe que estaba perdiendo a mi bebĂ©. Mi pareja y yo acabábamos de tener relaciones sexuales y fui al baño, como lo harĂa normalmente, justo despuĂ©s. Fue entonces cuando me di cuenta de la sangre. Me esforcĂ© tanto para creer que era por el sexo duro, pero tuve la sensaciĂłn de que mi cuerpo estaba a punto de pasar por algo muy traumático. Me metĂ en la cama y le dije a mi entonces marido que estaba "sangrando un poco". Hice una pausa, porque no querĂa terminar la frase, porque decir las palabras que colgaban de mi lengua me asustaba demasiado. Solo Ă©ramos padres primerizos, todavĂa tan nuevos en esto, pero Ă©l me asegurĂł que "un poco de sangre" era algo comĂşn, estaba bien. Le creĂ, y luego volvĂ a dormirme. Cuando despertĂ©, hubo más sangre, y mi corazĂłn se rompiĂł. ContinuĂ© con el dĂa, alimentando a nuestra pequeña hija, dando un paseo, limpiando, actuando como si nada estuviera sucediendo.
No estaba lista para enfrentar soltando a mi bebĂ©. IntentĂ© alejarlo lo más posible de mi mente. Envolver mi mente alrededor de un aborto involuntario parecĂa imposible, y querĂa estar seguro antes de comenzar a llorar.
Aproximadamente un mes antes, mi pareja y yo tuvimos algunos amigos. Mi perĂodo llegĂł tarde, o eso creĂa yo. Realmente no podĂa decirlo ya que acabábamos de tener a nuestra hija cinco meses antes. Mis hormonas todavĂa estaban por todas partes. Estaba convencido de que habĂa perdido mi perĂodo porque estaba embarazada, asĂ que mientras todos los demás disfrutaban de la fiesta, me escabullĂ al baño. EsperĂ© a que apareciera el "no embarazada", pero cuando mirĂ©, ahĂ estaba: embarazada.
Salà y me dirigà directamente a la habitación donde estaban Leif, mi ex y nuestros amigos. “¡Estoy embarazada otra vez!”, Les dije, incapaces de mantenerlo, incapaces de esperar hasta más tarde, cuando estábamos solos.
Cuatro semanas despuĂ©s, me sentĂ© en el baño, sangrando. IntentĂ© mantenerme positivo, pero lo sabĂa. SabĂa que mi dulce bebĂ©, el que habĂa visto por primera vez durante una ecografĂa una semana antes, ya no estaba conmigo. Esa noche fuimos a una fiesta de despedida, aunque Leif dijo que no tenĂamos que hacerlo, pero insistĂ. QuerĂa que unos pocos amigos conocieran a nuestra hija Riley, y más que nada, querĂa distraerme. Recuerdo que me apoyĂ© contra una pared afuera de la fiesta, alguien que sostenĂa a Riley para mĂ, mientras miraba hacia el espacio, sin mirar a nadie ni a nadie en particular. No recuerdo quiĂ©n era, pero me preguntaron cĂłmo me encontraba.
Dije:
Oh, estoy perdiendo a mi bebé ahora mismo.
Con indiferencia. Como si fuera un lugar comĂşn. Como si fuera algo que la gente escuchaba todo el tiempo.
Al principio no entendieron, asĂ que continuĂ©. "Estoy teniendo un aborto involuntario, asĂ es como lo estoy haciendo". Luego me alejĂ©, sin esperar una respuesta, sin querer sus condolencias, no preparada para el peso del dolor de otra persona cuando ni siquiera podĂa cargar mi propia culpa. .
A la mañana siguiente, fui a mi ginecĂłlogo y obstetra. No querĂa hacer un ultrasonido, pero sabĂa que tenĂan que hacerlo. Me quedĂ© allĂ llorando en el interior, gritando. He perdido a mi bebĂ©, querĂa gritar. No necesito ver mi Ăştero vacĂo. No necesito una prueba de que mi bebĂ© no está allĂ. AĂşn asĂ, una parte de mĂ se aferraba a la esperanza. QuerĂa creer que mi bebĂ© todavĂa estaba dentro. TentĂ© al destino, mirando la pantalla mientras la varita se arrastraba por mi estĂłmago. No habĂa nada. Solo negro Donde habĂa estado mi bebĂ© una semana antes, habĂa un espacio en blanco. Casi me echĂ© a llorar, pero no lo hice. AsentĂ mientras la enfermera se disculpaba, no queriendo que ella me hablara, sin saber cĂłmo decirle que se fuera. El personal hizo un comentario sobre llevarme al hospital para mi D&C, pero le dije que querĂa terminar de abortar en casa. Con mi otro bebe.
La cita terminĂł, y no pude abrocharme los pantalones lo suficientemente rápido para salir de allĂ. Todo estaba borroso. Pero en segundos, Âżo fueron horas? - Estaba más allá de las paredes de la habitaciĂłn.
LlamĂ© a Leif para decirle que no necesitaba ir a casa. Luego llamĂ© a su madre y luego a la mĂa, y escuchĂ© mientras las dos me recordaban que me amaban y me contaban historias de sus propios abortos involuntarios. Yo era parte de un club ahora. Un club del que nunca quise ser parte. Un club para mujeres que perdieron a sus bebĂ©s. Un agujero se formĂł en mĂ, uno que nunca habĂa existido antes.
Pienso en ese momento y recuerdo lo profundo que lo sentĂ todo. Cada movimiento. Cada dolor. Cada calambre. Mi hijo no tendrá la oportunidad de sentir mis brazos amorosos a su alrededor (o ella). No tendrĂan la oportunidad de sentir las manos suaves de su hermana o el toque cálido de su padre. Les habĂan robado eso. De vida. AsĂ que elegĂ sentir cada onza del dolor.
Poco a poco, comencé a decirle a la gente. El agujero se hizo más y más grande con cada comentario que hice, cada "lo siento" que tragé. Sus comentarios, bien intencionados e insensibles, solo empeoraron todo. Alguien en realidad me dijo:
Probablemente hubo algo malo con el bebĂ©, asĂ que es mejor asĂ.
Otro dijo: "Al menos tienes a Riley", como si mi pĂ©rdida me hubiera desagradado de repente por mi perfecta y dulce niña. Otros dijeron: “agradece lo que tienes”, y lo estaba, pero querĂa a mi otro bebĂ©. QuerĂa decirle cuánto los amaba, cuánto los deseaba, cĂłmo los envolvĂa con mis brazos y los mantenĂa a salvo de todo.
No llore De hecho, nunca lo hice. No sĂ© cĂłmo me movĂ a travĂ©s de esos dĂas y el año que siguiĂł, pero lo hice. Sin lágrimas Nuestro mĂ©dico dijo que no podrĂamos volver a intentarlo por otro año, pero eso no importaba. Leif y yo no habĂamos estado intentando. Estuve agradecido por la familia que tenĂa y agradecĂ que estuviĂ©ramos bien.
Un mes despuĂ©s, me quedĂ© embarazada de nuevo. Y fue entonces cuando llegaron las lágrimas. Me sentĂ© en el piso del baño y dejĂ© que mi cuerpo se rompiera. Lo dejo sentir todo. Cuando Leif llegĂł a casa, le dije que no querĂa a este bebĂ©, no porque no lo hiciera, sino porque simplemente lo iba a perder. El shock de un nuevo embarazo, y el terror de lo que podrĂa suceder, me permitiĂł llorar al bebĂ© que perdĂ. Me duele todo, un dolor que nunca antes habĂa conocido o sentido. TemĂa llevar a este bebĂ©. ÂżQuĂ© pasa si mi cuerpo me falla? SentĂ que estaba conteniendo la respiraciĂłn todo el tiempo.
Pero entonces naciĂł nuestro hijo. El era minĂşsculo Tuve una cesárea, y su nivel de azĂşcar en la sangre era bajo, por lo que no pude verlo de inmediato. Me asustĂ©, porque habĂamos llegado tan lejos, y solo querĂa abrazarlo. Muy pronto, lo hice. Él era tan perfecto. Él nunca llorĂł, pero yo lo hice. Incluso ahora, cada vez que lo veo, estoy tan abrumado de aprecio que estĂ© aquĂ. Él está a mi lado desde que naciĂł; Él me toma de las manos y me frota la espalda cada vez que está cerca. Sostiene mi cara, me mira a los ojos y me dice cuánto me ama. Él ha prometido nunca dejarme. Aunque nunca le he dicho, creo que Ă©l lo sabe. Él sabe que una parte de mi corazĂłn falta para siempre, asĂ que lo acuna.
Creo que fue enviado especĂficamente a nosotros. Es el "bebĂ©" de Riley y es el mini-yo de Leif. Él ha sanado mi corazĂłn y cuida de todos nosotros.