Tener un bebé casi arruinó nuestro matrimonio
Siempre habĂa escuchado que el primer año de matrimonio se suponĂa que era el más difĂcil. Incluso si vivieron juntos antes de casarse, todavĂa se están adaptando de una manera nueva como pareja casada. Se suponĂa que habĂa peleas, lágrimas y momentos en los que me preguntaba si habĂa tomado la decisiĂłn correcta. TenĂa solo 20 años cuando me casĂ©, lo que muchas personas sugirieron era demasiado joven. ParecĂa seguro que la mierda golpearĂa al fanático a toda prisa. Pero la verdad es que el matrimonio no fue tan difĂcil. Tener un bebĂ© era más difĂcil.
Fuimos a la luna de miel (donde se suponĂa que el estrĂ©s del viaje nos iba a hundir). Compramos nuestra primera casa (donde se suponĂa que el estrĂ©s financiero nos dividirĂa). Adoptamos un cachorro (donde se suponĂa que masticar y orinar en todo nos destrozarĂa). Decidimos tener un bebĂ© (donde se supone que el miedo de "oh-dios-quĂ©-hemos hecho" se debe). Estuvo bien. Todo fue tan bueno. Tuvimos una pelea estĂşpida por mi marido fumando un cigarrillo en una fiesta cuando estábamos planeando tener un bebĂ©, porque se suponĂa que ya no tenĂa que hacer ese tipo de cosas. SĂ, una pelea, todo ese primer año.
Ojalá alguien me hubiera dicho que cuando terminara, entenderĂa por primera vez lo que significaba cumplir nuestros votos. Que nuestro matrimonio no volverĂa a ser felizmente feliz, pero tendrĂamos un amor mucho más profundo y vinculante que nunca.
El resto del tiempo estuvimos felices. No podrĂa imaginarme un dĂa en el que no estarĂa enamorada de mi marido. Estábamos disfrutando de la felicidad de los reciĂ©n casados, y se sentĂa muy bien. Se sentĂa tan permanente. TenĂa ganas de pasar a nuestras vidas como padres, sin saber que todo estaba a punto de cambiar. SabĂa que nuestras vidas serĂan diferentes despuĂ©s de tener un bebĂ©, pero no esperaba que fuĂ©semos diferentes. PensĂ© ingenuamente que serĂamos la Ăşnica constante, que siempre crecerĂamos al mismo ritmo en la misma trayectoria. PensĂ© que habĂamos hablado y soñado tanto con la paternidad que estarĂamos automáticamente en la misma página, al menos en su mayor parte.
Tan pronto como naciĂł nuestro hijo, me preguntĂ© quĂ© nos habĂa pasado. De repente me resentĂ con mi marido porque siempre sentĂ que estaba haciendo más.
Cualquiera que ya sea un padre está claramente riĂ©ndose de mĂ antes del bebĂ©. Me estoy riendo de mĂ antes del bebĂ©. Pero es un error tan comĂşn que "bueno en el matrimonio" deberĂa ser igual a "bueno en la crianza de los hijos". Y ese simplemente no es el caso.
Tan pronto como naciĂł nuestro hijo, me preguntĂ© quĂ© nos habĂa pasado. De repente me resentĂ con mi marido porque siempre sentĂ que estaba haciendo más. No lo estaba, pero me sentĂa asĂ porque habĂa mucha más responsabilidad para ambos. El agotamiento me dejĂł sin paciencia, por lo que siempre le estaba molestando. Las constantes necesidades de nuestro bebĂ© me dejaron completamente agotado y agotado. No querĂa que mi marido me tocara o me necesitara. Al final del dĂa, estaba hecho. No le quedaba nada.
DesearĂa que alguien me hubiera dicho que me preguntarĂa por primera vez si me hubiera casado con la persona adecuada. DesearĂa que alguien me hubiera dicho que nuestro primer año de paternidad serĂa el más difĂcil de nuestro matrimonio.
Me costĂł tanto adaptarme a la maternidad que dejĂ© que nuestro matrimonio cayera de mi radar. Al principio pensĂ© que serĂa por un breve "perĂodo de ajuste", pero lo que esperaba que durara unas semanas o meses durĂł todo el primer año. Durante ese año tuve que volver a aprender quiĂ©n era yo y quiĂ©n era mi marido. Como padres, nos convertimos en personas totalmente diferentes, y nuestro matrimonio tuvo que cambiar en consecuencia.
Cuando estaba embarazada, todo lo que alguien me dijo sobre mi matrimonio fue que amarĂa a mi esposo más que nunca cuando lo viera como padre. DesearĂa que alguien me hubiera advertido que tal vez ese no era siempre el caso. DesearĂa que alguien me hubiera dicho que a veces esa magia se verĂa eclipsada por lo increĂblemente difĂcil que serĂa la paternidad. DesearĂa que alguien me hubiera dicho que me preguntarĂa por primera vez si me hubiera casado con la persona adecuada. DesearĂa que alguien me hubiera dicho que nuestro primer año de paternidad serĂa el más difĂcil de nuestro matrimonio.
Nuestro primer año de paternidad fue el más difĂcil de nuestro matrimonio. Nos sacudiĂł tanto a nuestro nĂşcleo y nos hizo cuestionar todo. Dar la bienvenida a un niño lo lanzĂł todo a un caos perfecto, y la base que habĂamos construido, la que creĂamos tan impenetrable, estaba bajo un ataque constante. Mirando hacia atrás, desearĂa que alguien me hubiera dicho que cuando terminara, entenderĂa por primera vez lo que significaba vivir nuestros votos. Que nuestro matrimonio no volverĂa a ser felizmente feliz, pero tendrĂamos un amor mucho más profundo y vinculante que nunca.
DesearĂa que alguien me hubiera dicho que a travĂ©s del agotamiento y las lágrimas y las peleas estĂşpidas, podrĂamos encontrarnos de nuevo si nos esforzamos lo suficiente. DesearĂa que alguien me hubiera dicho que el año más difĂcil, cuando se lo considera retrospectivamente, tambiĂ©n serĂa el mejor año, el mejor que nos haya pasado nunca.