El mejor y el peor mes de mi vida.
Era el 3 de diciembre de 2013. Era la primera vez que veĂamos a nuestro pequeño bebĂ© en la pantalla. Era la forma de un poco de jellybean, o algunos podrĂan decir que parecĂa un manĂ. El ecografista estirĂł una regla digital a travĂ©s de la pequeña forma tres o cuatro veces antes de decirnos que tenĂa ocho semanas y dos dĂas. Ella dijo que Ă©l o ella era "encantadora" y "perfecta", y dijo en voz baja cĂłmo se estaba desarrollando todo exactamente como debĂa ser. Luego siguiĂł tomando algunas medidas más y fue entonces cuando vi aparecer una fecha en la esquina de la pantalla, el 13 de julio de 2014.
Esa fue la fecha en que nuestro pequeño paquete de alegrĂa era debido. Esa fue la fecha en que la vida cambiarĂa y nunca serĂa la misma. Esa fue la fecha en la que iba a pasar meses contando.
Julio 2014 iba a ser un mes para recordar; El mejor mes en mis 27 años. Pero por algunas razones, algunas que no tienen nada que ver con ser una madre primeriza, no lo fue.
Al entrar en la maternidad, pensĂ© que no tenĂa expectativas. PensĂ© que estaba listo. PensĂ© que estaba preparado. Pero estaba equivocado. Resulta que sĂ tenĂa expectativas. No estaba lista Y nunca puedes estar preparado para esas primeras semanas de maternidad. ¡Nunca!
En primer lugar, no esperaba que el trabajo fuera tan traumático. No esperaba no tener tiempo para recuperarme de dar a luz antes de ser muy necesitado por un pequeño ser humano. No esperaba que mi bebé llorara tanto en medio de la noche. ¡Simplemente no esperaba que esas primeras dos semanas fueran TAN DAMAS!
Pero más que nada, no esperaba que mi abuelo, un hombre que ha tenido tanto impacto en mi vida y que haya formado quien soy, fallezca 16 dĂas despuĂ©s de que nazca mi pequeño hijo.
Era media mañana el miĂ©rcoles 16 de julio cuando me llamĂł mi hermana. ComenzĂł fuerte cuando me dijo que Pa habĂa tenido un derrame cerebral masivo. Pero luego su voz comenzĂł a vacilar y las lágrimas comenzaron a fluir cuando me dijo que no habĂa nada que pudieran hacer. No se trataba de si Ă©l morirĂa; Solo era cuestiĂłn de cuándo .
Tuve una noche bastante dura la noche anterior. Bubs y yo solo habĂamos sido dados de alta de una estancia de una noche en el hospital un dĂa antes. HabĂa perdido más del 10 por ciento de su peso al nacer, por lo que tuvimos que ser ingresados ​​en el hospital para averiguar por quĂ©. ResultĂł que simplemente no estaba recibiendo suficiente leche materna. Sin embargo, habĂa sido una experiencia emocional.
No es necesario decir que, en mi estado de ansiedad y falta de sueño, cuando colgué el teléfono de mi hermana, estaba angustiada.
Era media tarde cuando nos embarcamos en el viaje de cuatro horas para estar al lado de nuestro abuelo. Cuando entramos en el hospital regional, no pude evitar notar cuán silencioso y bajo era; una marcada diferencia con los hospitales brillantes y bulliciosos a los que estamos acostumbrados en Sydney.
La primera persona que abracĂ© fue mi nana. La rodeĂ© con mis brazos y le contĂ© cĂłmo habĂa querido llamar para agradecerles la tarjeta y el dinero que habĂan enviado cuando naciĂł mi hijo. Ella dijo que no se preocupara; entendieron lo ocupada que estaba. Soy el tipo de persona que siempre está demasiado ocupada.
En esta etapa nuestro padre estaba inconsciente. Estaba acostado allĂ, no conectado a ninguna máquina, solo respirando. Una enfermera explicĂł lo que iba a pasar con el cuerpo de Pa en el transcurso de las siguientes horas, dĂas o semanas. Nadie podrĂa decir cuánto durarĂa asĂ. Pero se habĂa deteriorado rápidamente, por lo que pensaban que serĂa más temprano que tarde.
Cuando me sentĂ© a su lado, habĂa tanto que querĂa decir pero no podĂa encontrar las palabras. Lo mejor que logrĂ© fue sentarme en su cama, tomar su mano en la mĂa y acariciarlo con el pulgar mientras hablaba sobre su hermoso bisnieto que nunca podrĂa conocer, como le prometĂ que siempre cuidarĂamos de Nana., y mientras le dije que estaba bien, Ă©l podĂa dejarlo ir ahora. No necesitaba decir mucho más que eso. El flujo constante de lágrimas rodando por mi cara decĂa más que suficiente.
Apenas unas horas después, respiró por última vez.
En el espacio de 16 dĂas, habĂa visto a mi niño respirar por primera vez y a mi abuelo a tomar el Ăşltimo. De alguna manera, ambas experiencias habĂan sido tan hermosas como las otras.
Es asombroso cĂłmo la vida y la muerte coexisten. CĂłmo a veces ganamos una vida y la perdemos. Es asombroso que tu corazĂłn pueda estar lleno de tanta felicidad y tanta tristeza al mismo tiempo. Y es sorprendente que en la oscuridad de la noche, durante una toma a la una de la madrugada, pueda sentir ganas de sonreĂr ante el precioso regalo en mis brazos mientras lloro por la pĂ©rdida de mi abuelo.
Me gustarĂa decirles que mi difĂcil comienzo a la maternidad me ha hecho una madre más sabia, pero no lo ha hecho. Me acaba de recordar algunas cosas simples de la vida: nunca estás demasiado ocupado para las personas que amas, siempre eres más fuerte de lo que crees, y la vida a menudo no funciona como esperamos.
Julio de 2014 fue el mejor, pero el peor, mes de mi vida hasta ahora.
Nicole Thomson-Pride es una madre por primera vez y escritora independiente. Puedes encontrarla en Twitter aquĂ .